Lo bueno, lo malo y lo feo de la política económica en el sexenio de AMLO
El balance final es de claroscuros, pero quedan grandes pendientes con el crecimiento económico, el cual fue un fracaso, igual que en otras administraciones.
En el balance sexenal (y como sucede en todos estos periodos de gobierno) hay claroscuros, cosas positivas, negativas y algunas que podrían sujetarse a un debate en los medios de comunicación.
En apariencia, poco sucederá en los próximos meses hasta que finalice su periodo el presidente Andrés Manuel López Obrador, salvo que suceda algo extraordinario que nadie ha previsto, por lo tanto podemos determinar lo que, desde nuestro punto de vista será lo bueno, lo malo y lo feo de la política económica en este sexenio.
Lo bueno
El respeto a la autonomía de Banxico
Este fue un factor fundamental. Los temores de los mercados en torno a la posibilidad de que el entonces nuevo gobierno, que inició en diciembre de 2018, pudiera atentar contra la autonomía del banco central por factores ideológicos. Pero la realidad fue distinta y eso hay que reconocerlo, salvo un momento en el que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretendió disponer de los DEGs que asignó a Banxico el Fondo Monetario Internacional (FMI) en agosto de 2021 y que generó cierta tensión en el mercado, realmente no hubo mayores momentos de enfrentamiento.
Un momento importante fue la transición en Banxico, momento que también se esperaba con mucha expectativa después de que fue retirado el nombramiento del exsecretario de Hacienda Arturo Herrera, por causas hasta ahora desconocidas, para dar paso a la entonces subsecretaria de egresos Victoria Rodríguez Ceja, nombramiento que fue bien recibido por los mercados.
La autonomía de Banxico es esencial para la estabilidad financiera del país, es un factor que data de las épocas neoliberales, pero que no deja de ser relevante en estos tiempos, y todo indica que por mucho más.
La estabilidad del tipo de cambio
Aunque la evolución del tipo de cambio generalmente depende de otros factores, en realidad su trayectoria también se define a partir de la percepción de los riesgos asociados a la economía. En este sentido, los inversionistas en los mercados percibieron un cambio de modelo económico, pero con respeto para factores como la estabilidad cambiaria y otros más. El tipo de cambio se convirtió en reflejo de esa percepción en los mercados, más la lluvia de dólares que le permitieron una apreciación histórica.
La disciplina fiscal (hasta el quinto año)
En materia de disciplina fiscal, el gobierno que está por finalizar realmente sorprendió a propios y extraños al mantener una disciplina a toda prueba, pasando incluso en determinado momento entro los años 2020 y 2021 de un déficit a un muy modesto superávit fiscal. Este tipo de factores son lo que beneficia el desempeño de variables como el tipo de cambio, por lo que el peso igualmente lo reflejó. Lamentablemente todo cambió en el último año. De eso hablaremos más abajo
El fomento al Nearshoring
El fenómeno del Nearshoring se detectó oportunamente y se hizo bien, el gobierno mexicano trató de adaptar sus políticas comerciales en colaboración con otros gobiernos beneficiados por este fenómeno, como el de Nuevo León y otros más. La Inversión Extranjera Directa para el país alcanzó los poco más de 36 mil millones de dólares el año pasado, una cifra histórica; se calcula que cuando menos una tercera parte de estos flujos ya son producto o consecuencia del nearshoring.
La recuperación salarial
Hay que reconocer este avance para el gobierno que finaliza. Durante décadas, el salario mínimo estuvo muy castigado, con el argumento de que su incremento descontrolado generaba inflación, lo cual era cierto. Sin embargo, en este gobierno también hay que reconocer que se combinaron factores como la pandemia, que provocó que los costos salariales se incrementaran tanto en Estados Unidos como en México, para retener a los trabajadores, sin que se generara inflación adicional, La recuperación salarial tuvo además un efecto positivo en el consumo, que se ha convertido en factor de impulso para el crecimiento de la economía y sobre todo para su recuperación después de la pandemia.
Lo malo
La cancelación del NAIM
Nunca sabremos ni conoceremos bien a bien los efectos de la cancelación de una megaobra mundial. El Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) estaba llamado a ser, más que un aeropuerto, un auténtico Hub global que insertaría a México en las grandes ligas. Se calcula que el costo de su cancelación alcanzó los 300 mil millones de pesos, aunque en realidad el costo real será difícil de estimar. Bajo el argumento de la corrupción nunca demostrada, la obra se canceló y con ello, se le dio un golpe al desarrollo del país. El NAIM posiblemente nunca más vuelva a volar.
La reversión de la reforma energética de 2013
Visto en retrospectiva, pero sobre todo con las cifras en la mano, el camino de la política energética señalado con la reforma del año 2013 parecía más acorde a las necesidades de México para su impulso económico, que las medidas llevadas a cabo para recuperar lo que se denominó como “la soberanía energética”. El cambio de eficiencia y miles de millones de dólares en inversiones por la recuperación de una soberanía que, de hecho, no se ha dado. Tiene hoy a México con grandes riesgos, empresas del sector energético ineficientes, y la posibilidad de que se siga deteriorando el contexto energético del país, no fue una buena decisión el cambio de modelo, por más que se diga lo contrario. Inhibir inversiones nunca es buena idea.
La informalidad, igual que siempre
Un reflejo contundente sobre cómo evolucionó la economía y el mercado laboral en México es el índice de informalidad. A finales de 2018, decir cuando este gobierno entraba en funciones, la tasa de informalidad era de 56.7 por ciento según el INEGI; al cierre de 2023 este indicador se colocó en 53.6 por ciento; sin duda un avance de 3 por ciento, ¿para celebrar?, ¿se debe celebrar que después de un sexenio todavía más de la mitad de la población en edad de trabajar esté en la informalidad? En realidad, el avance es modesto, poco significativo, reflejo de un avance similar en la economía y el empleo.
PIB, otro fracaso sexenal más
Un PIB del 6 por ciento a finales del sexenio, con tasas promedio de entre 4 y hasta 5 por ciento a lo largo de todo el periodo, fue la oferta de este gobierno, algo muy similar a la de otras administraciones.
El balance no deja lugar a dudas, se trata de un fracaso sexenal más. De hecho, el quinto fracaso en fila desde que el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León prometiera una tasa similar de crecimiento, pasando por el 7 por ciento que prometió Vicente Fox, y el mesurado 5 por ciento que ofreció Enrique Peña Nieto. Un PIB suficiente y sostenible en el tiempo es nuevamente un gran pendiente. A principio de la administración, se argumentó incluso que era hora de medir el crecimiento de otra manera, que generar desarrollo tenía que ver con otras cosas, lo cierto es que al final del día todo se concentra en una cifra, reinventar los conceptos de la economía no es precisamente la tarea de un gobierno, el PIB lo dice todo, no se logró el objetivo, igual que en otros sexenios.
Lo feo
El déficit fiscal más alto en décadas, para programas sociales y obras emblemáticas
Este factor reviste una gran importancia porque sus efectos son de largo o muy largo plazo, se puede definir con una sola palabra: endeudamiento, eso que dijeron que no sucedió en este gobierno que finaliza.
No solamente sí sucedió, sino que heredará al próximo gobierno, del color que sea, un problema a resolver con un menor margen de maniobra. El déficit fiscal de 5.8 por ciento para este año es el más elevado desde el año 1988, es decir en 36 años. Lo peor ni siquiera puede ser eso, sino las consecuencias de más largo plazo, es una vieja película vista precisamente en otras épocas en las que la economía mexicana registraba endeudamientos excesivos que la llevaron a graves crisis financieras y desde luego económicas.
México no puede volver a vivir esos tiempos y, para ello, deberá resolver este déficit. Es decir, reducir este nivel de endeudamiento que hereda este gobierno al siguiente. Para ello no hay muchas opciones: menor crecimiento y la urgencia de una reforma fiscal, el problema es que también entra en juego el factor político. El endeudamiento es la peor herencia que pueda dejar un gobierno, será el caso.
Pemex, barril sin fondo:
Hay mucho qué decir, en aras del espacio y no ser reiterativos trataremos de ser breves, pero estamos ante el más sonado fracaso del gobierno que finaliza.
En aras de la soberanía energética, se destinaron al rescate de Pemex 1.7 billones de pesos, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), pero de poco sirvieron. Este gobierno recibió a Pemex como la petrolera más endeudada del planeta, y la entregará exactamente igual. Pemex fue un barril sin fondos, una sangría monumental a las finanzas nacionales, recursos que bien pudieron utilizarse para otras prioridades. Pemex está igual o peor que hace seis años, aunque se diga lo contrario. La gran pregunta para el gobierno que viene es: ¿qué hará con Pemex? Las respuestas pueden ser igual de alarmantes que la dura realidad.
Inseguridad
Aunque no es un factor estrictamente económico sí tiene relación. Desde mediados de 2019, la inseguridad ganó los primeros lugares en las encuestas entre economistas como factor que puede inhibir las inversiones, desde entonces no ha salido de esos sitios. Hace entrevistamos a analistas y a manejadores de fondos de inversión y de capitales, todos coincidían en que la seguridad, o mejor dicho, la falta de la misma, es la principal preocupación para los inversionistas.
Por el momento no ha llegado a otras medidas, pero es preocupante que los capitales se preocupen, valga la redundancia, por un factor que por lo general no le otorgan tanta relevancia. Algo pasó en este gobierno.
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