Con reforma a Banxico, el país incumpliría con tratados contra lavado de dinero
México es uno de los países con mayor nivel de cumplimiento en regulaciones contra lavado de dinero, pero esto puede cambiar y volverse una “oveja negra” a nivel internacional.
México signó en otras épocas tratados en materia de combate al lavado de dinero, financiamiento al terrorismo, proliferación de armas de destrucción masiva y otras amenazas relacionadas con la integridad del sistema financiero internacional, del que nuestro país forma parte, lo quiera o no.
El país tiene la obligación de honrar estos compromisos porque el gran riesgo es que sea considerado como un estado que fomenta el lavado de activos, justo lo que en algún momento se comprometió a combatir, y que la degradación del sistema financiero mexicano lleve a grandes presiones en los indicadores nacionales, justo en momentos en los que menos se requiere.
En este asunto, existen grandes diferencias con la toma de decisiones “soberanas” que argumentan para revertir algunos de los esquemas vigentes por años en el país, de corte económico, legal o cualquier otra índole. En cuestiones de lavado de dinero, la comunidad financiera internacional podría castigar al país, y en serio.
Si bien no existen leyes que estén por encima de la constitución mexicana, sí existen tratados internacionales vigentes que obligan a las autoridades a respetar lo firmado, especialmente cuando se trata de amplios consensos globales para combatir el cáncer de la delincuencia organizada y multinacional en sus diferentes expresiones.
México, como miembro del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) ha jugado un papel importante, hasta el inicio de la presente administración. De hecho, era un modelo a seguir, aquí sí, en cuanto a este tipo de políticas anticrimen. Pero su papel hoy está en duda por la amenaza de obligar al banco central mexicano a ser el último receptor de todo tipo de operaciones con dólares en efectivo realizadas en el sistema bancario nacional, sin importar el origen.
El motivo es loable, buscar opciones para que los migrantes mexicanos en Estados Unidos, que el año pasado mandaron más de 40 mil millones de dólares a sus familias en México, no paguen tanto dinero por sus transferencias. La idea es evitar que estos recursos sean excesivamente gravados con comisiones que significan multimillonarios ingresos para las llamadas empresas remeseras, pero también existen miles de millones de dólares que buscan la forma de ingresar al sistema financiero formal.
Este es el papel que México ha jugado globalmente, y que ahora quiere olvidar
México tiene ya una prestigiosa carrera en el combate al lavado de dinero entre las naciones que han firmado acuerdos internacionales, los logros no son pocos. De hecho, son muy destacados gracias precisamente a que se han seguido reglas como la autonomía del banco central, así como el apego del sistema financiero y bancario a los esquemas antilavado, para disminuir la presencia de capitales de origen dudoso en el mercado local.
En el GAFI, nuestro país como miembro activo y de pleno derecho ha sido evaluado en tres ocasiones en los años 2000 (en este fue aceptado como miembro de pleno derecho), 2003 y 2008. Además, cabe destacar que asumió la presidencia del Grupo por el periodo de julio de 2010 a junio de 2011.
No es fácil que un país tome la presidencia del grupo; de hecho, es de las pocas naciones en desarrollo que lo ha logrado, precisamente porque se les considera que son países con muchos avances por lograr antes de llegar a los estándares de combate al lavado de dinero que se requiere.
Por si fuera poco, nuestro país forma parte del Consejo Directivo del GAFI y del Grupo Revisor de Cooperación Internacional para las Américas, cuyo propósito es dar seguimiento y proporcionar asistencia a los países de América identificados por el Grupo de Revisión de Cooperación Internacional (ICRG).
En otras palabras, uno de los jueces revisores, México, encargado de vigilar que se cumpla con las normas, resulta que quiere adoptar medidas que violan lo que está encargado de revisar y hacer que se siga al pie de la letra.
Hasta ahora, México cumple satisfactoriamente con 24 de las 40 recomendaciones del GAFI para el combate al lavado de dinero. Podría pensarse que es poco, lo cierto es que este número lo ubica por encima del promedio de los países miembros del GAFI, que anda sobre la cifra de 18.
¿Es un logro menor?, quizás, pero va otro dato para dimensionar lo que nuestro país ha hecho en esta materia y que ahora quiere revertirse.
México también se ubica por arriba del promedio cuando se le compara con las principales economías del mundo agrupadas en el G20 o con los países miembros del Grupo de Acción Financiera de América Latina (GAFILAT).
Lo construido hasta ahora no es poca cosa, México sí es en este sentido un modelo mundial, a diferencia de otros ámbitos en los que se le ha querido asimilar en dicha categoría.
Sombras sobre autonomía de Banxico, golpe al país
En días recientes el debate se ha intensificado. La llamada Ley Banxico no es viable porque atenta contra la autonomía del banco central mexicano. Es un tema muy delicado.
Son dos efectos en uno: Por un lado, el banco central mexicano corre el riesgo de ser obligado a recibir todo tipo de recursos en efectivo, preponderantemente en dólares. Por otra parte, dicho ajuste es una clara intervención en la autonomía de Banxico, entidad autónoma operativamente, sus reglamentaciones internas lo facultan para rechazar esta propuesta y varias más, al tiempo que lo obligan a seguir lo mandatado en su propia ley, además de los tratados internacionales a los que se sujeta.
La violación a su autonomía sería un duro golpe al país, significa la señal del cambio de reglas del juego que los inversionistas internacionales tanto temen en cualquier nación del mundo.
Uno de los pilares en los sistemas financieros internacionales consiste en la autonomía de los bancos centrales. Hoy en casi todos los países del planeta los organismos monetarios autónomos los separan de las decisiones políticas y les permiten actuar con estricto sentido económico, cualquier sombra de duda sobre la autonomía de Banxico echará por la borda lo que se ha construido en casi 3 décadas.