El megapuerto de Chancay: La nueva ruta a China
Un nuevo proyecto portuario busca facilitar el tráfico de mercancías entre Asía y América Latina, con efectos que se sienten desde Estados Unidos hasta Beijing.
Por Dra. Bertha Martínez-Cisneros*
La reciente inauguración del megapuerto de Chancay, resultado de una alianza estratégica entre Perú y China, se propone redefinir el comercio transpacífico en Sudamérica. Sin embargo, también plantea interrogantes en el contexto de las tensiones geopolíticas globales y su efecto en los puertos mexicanos del Pacífico, como Manzanillo y Lázaro Cárdenas.
Este proyecto que arranca con una capacidad máxima estimada en 1.6 millones de TEU (la unidad de medida equivalente a un contenedor de 20 pies) marca un antes y un después en el comercio marítimo de Sudamérica. Esta monumental obra de 1,400 millones de dólares de inversión inicial no solo pone a Chancay en el mapa logístico mundial, sino que también transforma las reglas de juego para las economías de la región y el mundo.
La conexión directa entre Chancay y Shanghái ofrece una oportunidad para acelerar el comercio transpacífico, reduciendo tiempos de tránsito, de 40 a 28 días, así como los costos logísticos. Este puerto tiene el potencial de posicionar a Perú como un hub logístico, fortaleciendo su rol en las cadenas de suministro globales.
La respuesta en México
La entrada en operación del Puerto de Chancay introduce una nueva dinámica en el comercio transpacífico. Al ofrecer rutas más directas y eficientes hacia Asia, podría desviar parte del tráfico marítimo que actualmente transita por puertos mexicanos como Manzanillo y Lázaro Cárdenas, afectando su volumen de operaciones y competitividad.
En declaraciones de Rober Evan Ellis, politólogo estadounidense, las operaciones directas del puerto de Chancay a Asia cambiarán la forma de operar en el Pacífico. Los productos que se exportaban desde Sudamérica tenían que subir hacia el norte, a puertos como el de Manzanillo, en México, para ser transbordados y enviados a China.
Manzanillo es considerado el principal puerto de carga en nuestro país, con una capacidad de hasta 4 millones de TEU al año. La entrada en operaciones del puerto de Chancay, le plantea desafíos como el de diversificar sus servicios y optimizar su infraestructura para mantener su competitividad.
Para abordar este reto, se ha puesto en marcha un ambicioso plan de expansión hacia la Laguna de Cuyutlán, lo que permitirá cuadruplicar su capacidad actual y atender el creciente flujo de mercancías, especialmente de importación, que ha superado la capacidad logística disponible. Este proyecto busca posicionar a Manzanillo como un líder en América Latina, impulsando la economía nacional y fortaleciendo la infraestructura portuaria
En contraparte, el puerto de Lázaro Cárdenas podría posicionarse como un socio estratégico, para gestionar el flujo comercial derivado de Chancay, esencialmente para mercancías que transiten hacia Norteamérica. Recientemente, se han anunciado fuertes inversiones para ampliar la capacidad de la terminal, incluyendo la incorporación de grúas de última generación y equipos automatizados. Además, la empresa Hutchison Ports, operador portuario, ha destinado más de 220 millones de dólares para la expansión de la Terminal Especializada de Contenedores para fortalecer aún más la infraestructura del puerto. Con estos proyectos no solo se aumenta la capacidad operativa de Lázaro Cárdenas, sino que también mejoran su competitividad en el ámbito internacional, para posicionarlo como un punto clave en la cadena logística de la región.
El factor disruptivo: Trump
La operación del puerto de Chancay también debe analizarse en el contexto de las tensiones geopolíticas globales. El equipo de transición del presidente electo Donald Trump ha vuelto a enfatizar una postura proteccionista y crítica de la creciente influencia china en América Latina.
El político ha mencionado hasta 60% de aranceles para productos que tengan procedencia o transferencia de puertos de inversión china. Es claro que la participación en proyectos estratégicos como Chancay se ha interpretado como parte de un esfuerzo del gobierno del presidente Xi Jinping por ampliar su presencia en el mundo, lo cual no ha pasado desapercibido por el futuro inquilino de la Casa Blanca.
El escenario geopolítico ante el nuevo mandato de Trump podría incluir mayores restricciones comerciales y un mayor enfoque en la protección de las industrias estadounidenses, lo que indirectamente afectaría las dinámicas comerciales de los puertos mexicanos y sudamericanos. Esto obligaría a México y a otros países de la región a repensar sus estrategias comerciales y a buscar diversificación en sus relaciones económicas. Nuestro país debe analizar estas dinámicas cuidadosamente.
El reto para México estará en adaptarse a este nuevo escenario competitivo, fortaleciendo su infraestructura, innovando en sus procesos logísticos y aprovechando las oportunidades de colaboración regional para mantener su relevancia en las rutas comerciales transpacíficas. Al mismo tiempo, deberá tener en cuenta las posibles tensiones comerciales y geopolíticas que puedan surgir ante una nuevas diferencias entre Estados Unidos y China.
Chancay no es solo un puerto; es un puente que conecta a Sudamérica con Asia y una oportunidad histórica para redefinir la competitividad logística de esta región. Sin embargo, su impacto va más allá de Perú, influyendo directamente en la dinámica de los puertos mexicanos del Pacífico y de todos los actores de las cadenas de suministro a nivel global.
*Bertha Martínez-Cisneros es profesora-investigadora en Cadenas de Suministros y Logística Internacional de CETYS Universidad.
Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.
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