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Opinión

Cómo combatir la pobreza en nuestros entornos cercanos

13-11-2024, 6:00:00 AM Por:
Cómo combatir la pobreza en nuestros entornos cercanos
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Tener menos pobreza ayuda a atajar la inseguridad y mitigar la degradación social, es decir, todos ganamos.

Por Héctor X. Ramírez Pérez*

Con el firme deseo de procurar ver la vida de forma más positiva, hace un tiempo leí un libro de un médico sueco, Hans Rosling, quien a través de 10 razones trata de demostrar que quizá nuestra percepción del mundo esté equivocada y que la situación va mucho mejor de lo que creemos. Por ejemplo, analizó el tema de la mortandad infantil, que pasó de 44% en 1800 a solo 4% en la actualidad. O el analfabetismo, que cayó de 90% hace más de 200 años a casi 10% en nuestros días. Desde esta perspectiva, tiene toda la razón, pero es difícil tener un sentimiento de empatía o de logro, ya que nadie de los actualmente vivos estuvimos ahí, y especialmente cuando contrastamos lo que a diario sucede en temas de desigualdad e injusticia.

Sin embargo, una de las comparativas que me impactó favorablemente fue la medición de la pobreza. Nuevamente, hace dos siglos, el 85% de la gente vivía en pobreza extrema; hoy en el mundo estamos a niveles del 10%. Pero lo que me cautivó es que dicho cambio fue hasta hace pocas décadas: en 1966 el 50% de la población mundial todavía vivía en pobreza extrema, es decir, hace menos de 60 años uno de cada dos en el planeta. El progreso económico ha sido evidente y queda la esperanza de alguna vez lograr erradicar este fenómeno social, para que ningún ser humano tenga menos de 2 dólares diarios para vivir.

En el momento actual se requiere que cada persona, empresa o institución afronte su responsabilidad y se sume a la generación de oportunidades para que los más desfavorecidos se desarrollen y se inserten en la vida económica, política, cultural y social, lo que de inmediato crea un efecto multiplicador: esas personas, antes en pobreza extrema, pronto aportan al crecimiento y desarrollo económico. Creería que por tan solo un tema de dignidad humana debemos apoyar a los menos favorecidos, pero para quien este argumento no le sea suficiente, existe también un motivo económico. Tener menos pobreza ayuda a atajar la inseguridad y mitigar la degradación social, es decir, todos ganamos.

Cuando nos olvidamos de los menos favorecidos, pasan entre 4 y 5 generaciones para que por ellos mismos logren llegar al promedio de la población. Dicho en otras palabras, si alguien nace en los quintiles más pobres, necesitarán pasar de 100 a 125 años para que alguien de su familia alcance la clase media. Cada quien debe colaborar en donde pueda y como pueda, pero ayudar. Por ejemplo, la Universidad en la que laboro cuenta con un centro comunitario en el pueblo de Santa Fe, en Ciudad de México. Recientemente se publicaron resultados que reflejan que los usuarios de dicha comunidad han aumentado en casi 30% su calidad de vida debido al acceso a asistencia legal, médica y capacitación. Si bien esto no asegura transformar a todo un país, desde una sola institución se incide y se aporta en una comunidad concreta.

Junto con el gobierno, los empresarios son el grupo que más podría incidir. Los apoyos no se refieren a únicamente regalar dinero, que sí ayuda, pero que podría tener poco impacto. El objetivo es involucrarse, emplearse a fondo y crear esquemas que permitan el desarrollo con mejores salarios, cursos de capacitación en oficios, jornadas de medio tiempo para permitir que el personal emprenda mediante los oficios que van aprendiendo, entre muchas otras alternativas. Cuando se trata de ayudar, no existen caminos únicos, sino ideas originales de gente que ve más allá de su propio horizonte.

*Héctor Ramírez es vicerrector de la Universidad Panamericana, Campus México

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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