Singapur, la Suiza de Asia
Hay países que diseñan sus planes de desarrollo con base en recursos naturales o tecnológicos. Pocos se enfocan a los recursos humanos, como Singapur.
Todo empezó con un puerto marítimo construido en una de las
mejores latitudes del planeta. Singapur aprovechó su única ventaja en el
sureste asiático para planificar su potencial económico y, de paso,
consolidarse como uno de los grandes centros financieros del mundo. A diferencia
de sus vecinos, no explotó recursos naturales como el petróleo o los minerales.
Se centró enla correcta coordinación de su fuerza de trabajo.
Enfrentando la adversidad
Esta no es una historia milenaria. Acaso se remonta dos siglos atrás, a 1819, cuando los ingleses
construyeron en la península pantanosa un centro de abastecimiento para su
flota y establecieron una cabeza de playa que frenara las pretensiones
holandesas en la región. Tras el avance inglés en India y el sureste asiático,
Singapur se convirtió en uno de los más importantes puertos de Asia, aunque su
avance quedó suspendido en 1942, tras la ocupación del ejército imperial
japonés en la Segunda Guerra Mundial.
Al término de esta, fue incorporado a Malasia como colonia
británica.
Para 1965, Singapur se independizaba del dominio inglés.
Entonces inició su rápido despegue bajo un plan de desarrollo ideado por el
primer ministro Lee Kwan Yew: la modernización a ultranza vía la eficiencia de
recursos humanos. Era un viaje al que ninguno de sus vecinos regionales le
apostó y, por el contrario, le auguraban un completo fracaso. Incluso las
autoridades de Malasia llegaron a decir que absorber a Singapur solo les
traería más pobreza.
“No contábamos con nada, salvo con nuestra gente. No
teníamos oro, hidrocarburos o bosques, pero sí un valioso pueblo que decidió
someterse al plan de desarrollo”, afirmó S. Iswaran, ministro de Estado para el
Comercio e Industria y de Educación.
El funcionario singapurense explicó que la meta era captar
inversiones que dieran los fondos necesarios para iniciar una gran cruzada por
la infraestructura. Ello permitiría crear un ambiente de seguridad y confianza
al exterior. Los objetivos del ambicioso proyecto eran construir edificios,
hoteles, zonas urbanas y colocar al país como centro manufacturero, apoyado por
una impresionante capacidad de logística que facilitara a las naciones de la región una
eficiente red de distribución. Singapur había iniciado el proceso para
convertirse en una empresa rentable.
Embarcados en la educación
En los años 80, Singapur ya presumía modernos rascacielos,
símbolo de bonanza económica. La educación se estableció como base primordial.
Luego, la capacitación laboral se consolidó como la llave para mejorar los
recursos humanos en sectores estratégicos: servicios financieros y turísticos,
transporte, logística y manufacturero.
Para el embajador de México en Singapur, Antonio Villegas,
lo que posibilitó un despegue sólido en medio de una comunidad de países
altamente competitivos fue el compromiso de Lee Kwan Yew, quien unificó a su
pueblo y se ganó su confianza y disposición para seguir sus reglas.
“El milagro fue propiciado por su ubicación estratégica, la
visión de sus líderes al decidir que la dimensión del país no sostendría una
estrategia de desarrollo basada en la sustitución de importaciones, y el
privilegiar un desarrollo basado en la economía del conocimiento, la armonía
alcanzada en la convivencia de diferentes grupos étnicos y religiosos, así como
la continuidad en las acciones del gobierno.”
El vicepresidente ejecutivo del Comité de Inversiones Extranjeras
de Chile (Cinver), Matías Mori Arellano, representante de su país en el Foro
Latin Asia, reconoció que el éxito radicó en haberse convertido en una puerta
de entrada al continente asiático con características sobresalientes, como la apertura
económica, la transparencia y la confiabilidad, que los han llevado a liderar
rankings globales.
Cultura para los negocios
Una vez logrados los objetivos de contar con personal altamente
capacitado, Singapur inició su despegue como potencia tecnológica en los 80, al
crear una infraestructura portuaria con la que en poco tiempo ya competía
contra firmas marítimas japonesas y sudcoreanas. La clave fue una mano de obra altamente
calificada, de alto rendimiento y barata.
A 15 años de haber iniciado su camino independiente, nadie
podía parar el desarrollo económico de Singapur. Decretar el inglés como la
lengua oficial para el trabajo y los negocios le abrió las puertas al capital
extranjero, principalmente británico. Mientras empresas como GE consideraban a
Singapur como un paraíso para la fabricación, distribución y exportación de sus
electrodomésticos, Lee solo veía más empleos y mejor preparación para su gente.
La mano firme de las autoridades dejó en claro que el país
asiático era confiable para sus socios extranjeros, quienes podían llevar sus
inversiones con la seguridad de que sus capitales podían rendir frutos sin
riesgos.
“Mientras no se combatiera la criminalidad y la
delincuencia, la confiabilidad estaba en juego. Por ello se implantó una
política de tolerancia cero”, comentó Dinesh Naidu, director general del Centro
para Ciudades Habitables de Singapur.
Entre estas medidas, el gobierno decretó la pena de muerte por
fusilamiento para traficantes de drogas, asesinos, secuestradores y
extorsionadores; ordenó patrullaje constante; contempló la portación de armas
ilegales y la traición a la patria con la pena capital y consideró los grafitti
como vandalismo.
Este tipo de políticas –que rayan en lo autoritario y
represivo–, redujeron la corrupción y la delincuencia, a tal grado que puede
considerarse como el país más seguro de Asia. En su política anticrimen destaca el juicio por corrupción contra
políticos, funcionarios o autoridades que hacen uso de su poder en favor de
intereses propios. A directores de oficinas, diplomáticos y otros funcionarios
se les asigna una sola partida económica, que incluye su sueldo durante todo el
periodo que dure su administración.
Si lo agotan antes, deberán cubrir con sus propios recursos
los gastos que generen.
Finalmente, este modelo, el Sistema Tripartito, se
caracterizó por perfilar a gobierno, sindicatos y trabajadores como un solo
equipo. Las metas deben cumplir a toda costa, pase lo que pase.